Identificación
de las emociones
Las emociones son de gran
importancia fundamental para el terapeuta cognitivo. El principal objetivo de
la terapia es lograr el alivio de los síntomas y la reducción del nivel de
distrés a partir de la modificación del pensamiento disfuncional.
Las emociones negativas intensas son muy dolorosas y pueden ser
disfuncionales cuando interfieren con la capacidad para pensar con claridad, resolver
problemas, y actuar de manera eficaz.
El terapeuta no desafía al paciente ni discute sus emociones, sino que
evalúa los pensamientos y creencias disfuncionales que subyacen en el malestar,
para reducir la disforia.
Las emociones negativas
“normales” forman, junto con las positivas, parte de la riqueza de la vida y
tienen una función importante, tal como sucede con el dolor físico, que nos
alerta acerca de un problema potencial que debe ser enfrentado.
El terapeuta intenta incrementar las emociones positivas del paciente a
través del dialogo acerca de intereses del paciente, de acontecimientos
positivos que han tenido lugar en la semana, recuerdos gratificantes, y otros
elementos positivos.
Distinguir entre pensamientos automáticos y
emociones
La mayoría de los pacientes no comprenden claramente la diferencia entre
lo que están pensando y lo que están sintiendo. El terapeuta trata de dar
sentido a las experiencias del paciente y de compartir con él la comprensión de
los hechos y, de una manera sutil y continua, lo guía para que pueda ver esas
experiencias a través del modelo cognitivo.
El terapeuta organiza el material que el paciente le presenta,
clasificándolo según las categorías del modelo cognitivo: situación, pensamiento
automático y reacción.
Algunas veces en un contexto determinado, catalogar un pensamiento como una emoción carece de importancia y es preferible ocuparse del problema en otro
momento, al tratar algún otro tema.
La
importancia de distinguir entre distintas emociones
El terapeuta continuamente conceptualiza o reformula los problemas del
paciente, tratando de comprender la experiencia y el punto de vista de este. Debe
llegar a entender la relación entre los pensamientos, las emociones y el comportamiento,
por esta razón, cuando una emoción no parece ser compatible con el contenido de
los pensamientos automáticos trata de investigar más profundamente.
Dificultad para catalogar las emociones
La mayor parte de los pacientes pueden catalogar sus emociones fácil y
correctamente. Algunos, sin embargo, tienen un vocabulario un poco empobrecido
en lo que atañe a las emociones. Hay otros que comprenden intelectualmente los
términos que designan emociones, pero tienen dificultad para catalogar las propias.
El terapeuta pide a la paciente que evoque una situación específica en
la cual sintió una emoción en particular. A partir de la descripción parecería
que ella ha identificado la emoción correctamente. Sin embargo, el terapeuta
quiere estar seguro de que así es, por eso, le pide identificación de los
pensamientos automáticos. Después de esto, el terapeuta pide a la paciente que
evoque otras dos ocasiones en las cuales se haya sentido enojada. Este
intercambio transcurre de un modo bastante rápido y el terapeuta no le pide que
especifique sus pensamientos porque está razonablemente seguro de que está
clasificando en forma adecuada la emoción.
Dificultades para evaluar el grado de emoción
Los
pacientes no sólo es importante que identifiquen sus emociones, sino que además
puedan cuantificar el grado de emoción que están experimentando. Algunas
personas tienen creencias disfuncionales respecto de sus emociones. Es
importante que los pacientes aprendan a evaluar la intensidad de las emociones,
para que puedan controlar sus creencias.
Además, es necesario controlar si las respuestas que han generado para
responder de manera adaptativa al pensamiento o a la creencia han sido
efectivas.
Cuando un terapeuta, no mide el cambio en las tensiones, puede suponer
equivocadamente que una intervención ha sido exitosa y pasar prematuramente al
siguiente pensamiento o problema.
Finalmente, evaluar la intensidad de una emoción en una situación dada
ayuda al paciente y al terapeuta a determinar si la situación requiere de un
mayor examen.
Algunos pacientes tienen dificultades para asignar un número específico
a la intensidad de una emoción. En esos casos, el terapeuta les puede proveer
la siguiente escala:
0%
|
25%
|
50%
|
75%
|
100%
|
Nada triste
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Un poco triste
|
Medianamente triste
|
Bastante triste
|
Lo más triste que he estado o que imagino poder estar
|
Si el paciente sigue teniendo dificultades para evaluar la intensidad de
sus emociones, el terapeuta puede considerar la posibilidad de ayudarlo a construir
una escala de intensidad emocional.
Grado
de emoción/angustia
|
Situaciones
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0%
|
Mirar una película por televisión el sábado pasado
|
10%
|
Preguntarme si llegaría a tiempo a la sesión de hoy.
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20%
|
Dolor en un costado, ¿apendicitis?
|
30%
|
Preguntarme por qué mi madre llamó inesperadamente.
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40%
|
Pensar acerca de cuánto trabajo tengo que hacer.
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50%
|
Participar en la clase cuando conozco la respuesta.
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60%
|
Pensar en consultar al asistente docente.
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70%
|
Hablar con mis amigos sobre lo que haremos después de graduarnos.
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80%
|
Participar en la clase cuando no estoy segura de la respuesta.
|
90%
|
La noche antes de mi examen de economía.
|
100%
|
El accidente de auto de mi padre.
|
Utilizar la intensidad emocional como guía para la
terapia
Es posible que el paciente a veces no perciba cuáles son las situaciones
que debe llevar a la terapia. El terapeuta puede entonces pedirle que
establezca una valoración del grado de malestar que sintió, para decidir si el
tratamiento de una situación puede beneficiarlo.
El terapeuta busca obtener un claro cuadro de la situación que perturba
al paciente. Lo ayuda a diferenciar bien pensamientos de emociones. Le
demuestra empatía respecto de sus emociones a través de todo el proceso y lo
ayuda a evaluar el pensamiento disfuncional que ha estado presente en su estado de ánimo.
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